Sanación de dolor emocional.
- Admin
- 13 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Es la herida que nadie ve y que más tarda en curar. Todos nosotros tenemos alguna, o más de una. Sin embargo, lejos de verlas como derrotas o símbolos de debilidad, debemos aprender a reconocerlas como parte de nuestra esencia.
A lo largo de nuestro ciclo vital hemos experimentado triunfos y decepciones. Nadie es inmune al sufrimiento, pero solo unos pocos son capaces de trasformar ese sufrimiento en un aprendizaje: en resiliencia.

Podríamos decir sin equivocarnos que en esta vida suele haber dos tipos de personas:
Aquellas que interiorizan su dolor emocional y lo van gestionando día a día con valentía y superación personal. Son personalidades que no se dejan vencer y que guardan sus cicatrices sabiendo que son parte de sus vivencias y de lo que han aprendido.
Luego, están esas otras personas que han hecho de su dolor emocional su rencor personal. Se sienten tan lastimadas que generan malestar a quienes están a su alrededor. Han dejado de confiar en ellas mismas y en los demás y ven el día a día con negativismo.
Suele decirse también que quien no ha sufrido no sabe aún qué es la vida. No obstante, no hace falta caer en estos extremos. Cada uno de nosotros vivimos la existencia que nos toca y debemos asumir aquello que el destino nos trae.
El dolor emocional es siempre esa herida interna que, de no gestionar de forma adecuada, puede traducirse a su vez en enfermedades. Es lo que llamamos “somatizar”, es decir, cuando un problema emocional nos supera, todo nuestro organismo sufre las consecuencias hasta el punto de sufrir varias dolencias.
Estas suelen ser las más comunes:
Cefaleas
Problemas musculoesqueléticos
Dolor de estómago

Malas digestiones
Insomnio
Mareos
Náuseas
Se acabó el “encontrarse a una misma”. Ahora debes “reinventarte”
Nos pasamos gran parte de nuestra vida marcándonos como prioridad aquello de “encontrarnos a nosotros mismos”. Ahora que ya has tenido tus experiencias, que has obtenido tus aprendizajes y que has vivido el dolor emocional en varias de sus formas, es momento de “reinventarse”.
Sabes cómo eres. Plantéate ahora qué tipo de persona te gustaría ser: ¿Alguien más valiente? ¿Más seguro? ¿Alguien capaz de alcanzar sus sueños?
Para reinventarnos necesitamos alimentar nuevas esperanzas e ilusiones. Nunca es tarde para hacer cambios, para coger de nuevo ese tren que un día dejamos pasar.
Rodéate de personas que favorezcan tu crecimiento personal, que te ayuden y que no pongan muros a tu identidad o a tu autoestima.

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